Estrategias para compartir mesa estas NAVIDADES con personas “difíciles”





La cena de nochebuena y la comida de navidad son dos acontecimientos que se repiten todos los años en la familia. A lo largo de los años el retrato familiar va cambiando, bien en número de comensales o a las propias personas por las nuevas circunstancias que han ido aconteciendo a lo largo del año.

Hay personas que se han ido temporalmente, por algún desencuentro, o lo que es peor, para siempre porque vino a visitarnos la muerte. Hay relaciones muy queridas con hermanos o padres a los que adoramos. Relaciones en las que la química entre los miembros es la adecuada y en cambio también hay relaciones muy deterioradas, generalmente con cuñados, suegros, hermanos o padres “difíciles” donde la química a veces se convierte en “física” dando lugar al rechazo,  el desagrado y el desencuentro.

Cualquiera que sea la circunstancia el contacto navideño es inevitable y querido o no, no podemos huir de esas relaciones a las que estamos unidos por la genética o bien por otra relación muy querida a la cual está vinculada.

Para tratar de salir indemnes de los encuentros con familiares“difíciles” tendremos en cuenta las siguientes estrategias, que al fin y al cabo no  son sino ideas muy meditadas, para acabar las navidades sin haber deseado que nunca ocurriesen o como decimos los psicólogos, sin atravesar por niveles de emoción “negativa” demasiado elevados.


*Tratar de poner el foco de atención en sus cualidades.
Aunque nos cueste a veces pensarlo, seguro que esa persona  hace muchas cosas bien a lo largo del día, o al menos aquellas que hacen mal, no las hacen continuamente. En lugar de pasarnos el tiempo, enfadándonos,regañándoles y poniendo malas caras, nos resultará más rentable reflejarles aquellos detalles que nos agradan, por supuesto si se lo expresamos, que sea sin ironía o sarcasmo, pues se convertiría en un boomerang muy peligroso.

*Tratar de cambiar el punto de vista
No nos afecta lo que nos sucede sino lo que nos decimos a nosotros mismos sobre lo que nos sucede. Incluso aquello que nos parece mal se puede interpretar de otra manera.Podremos optar a pensar: “Es una persona muy reflexiva y con una gran vida interior” a “que cuñado tan antipático que sólo habla por obligación”.

*Tratar de hablar bien de esa persona.
Muchas veces cuando varios familiares están juntos se dedican a criticar al “difícil”, como si se tratara de una competición para ver cuál encuentra o refleja el defecto más grande o lo mucho que le desagrada. Da una falsa sensación de ventilación emocional, pero contribuye a crear pequeñas “tribus” o grupos antagónicos. El esforzarse en incorporar al grupo, en lugar de separar, puede resultar un reto interesante para todos.


*Recordar cuando nosotros hemos actuado así con los demás.
Algunas veces criticamos conductas o comportamientos que hemos hecho alguna vez en mayor o menor medida, sintiendo que lo que hace la otra persona es “horrible”.Pararnos a recordar nuestras experiencias pasadas en las cuales alguna vez nos hayamos comportado de igual o parecida manera, nos ayudará a ser más tolerantes y saber ponernos en el lugar de la persona “difícil”.

*Recapacitar sobre qué es importante y qué no
Reservemos nuestra sobreactivación emocional para los problemas realmente serios. ¿Qué importa que nuestrocuñado presuma hasta la nausea de su coche último modelo si trata maravillosamente bien a nuestra hermana?.
Hemos de ser transigentes y tolerantes, evitar todos los conflictos que se puedan evitar.

*Regular nuestras emociones
Que nuestras emociones se “desborden” ante la mera presencia de esa persona o ante sus comentarios despectivos hacia nosotros o hacia los demás conlleva un soberano ejercicio de paciencia. Existen multitud de técnicas que los psicólogos entrenamos para ello.Imaginad que la ira es como una brasa ardiente. Hay que soltarla cuanto antes o nos terminaremos quemando. Trataremos de evitar al máximo decir por despecho alguna tontería o alguna frase desagradable de la que después nos vayamos a arrepentir. Las palabras pronunciadas aunque se pueden perdonar,quedan grabadas en la memoria.

Por fin, después de revisar todas estas estrategias, también habrá gente que quizá no se tenga que enfrentar a ninguno de estos problemas y piense que es así “desgraciadamente”, ya que está en la más absoluta soledad. No le quedan familiares ni amigos con los que pasar estas navidades. Dejaremos las estrategias en este caso para otra entrada y les emplazamos a ver la película  “Familia” de Fernando León de Aranoa, cuya foto acompaña este texto. Se da una diferente y curiosa manera de solventar este problema. 

 

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