TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD Y CONSUMO DE DROGAS. UNA BREVE REVISIÓN CRÍTICA.
Carrasco Descalzo, Pablo (2012)
Los
momentos de locura se alternaban con prolongados momentos de lucidez
que me resultaban insoportables. Durante estos ataques de inconsciencia
total bebía, y sólo Dios sabe en qué cantidad y con qué frecuencia.
Obviamente, mis amigos achacaban la locura a la bebida y no la bebida a
la locura.
EDGAR ALLAN POE
INTRODUCCIÓN
La
patología dual se define como la concurrencia simultánea de dos
trastornos mentales, normalmente uno de ellos corresponde a un trastorno
por uso de sustancias y el otro, a uno de los trastornos del eje I o
del eje II (López Duran et al, 2007).
Los primeros
estudios sobre comorbilidad psicológica, en trastornos relacionados con
el uso de drogas, se realizaron en los años 80. Rounsaville et al (1982)
estudiaron una muestra de 638 adictos a los opiáceos, determinando el
69% de los diagnósticos psicológicos asociados. Los datos aportados por
Clerici en 1997, confirman esta situación: en una población de adictos a
los opiáceos, el 25% no presentaba un doble diagnóstico; el 50%
presentaba un diagnóstico de eje II y el 25% restante presentaba un
diagnóstico añadido de eje I.
Desde los años 80, se han
publicado numerosos trabajos, en la literatura científica, que describen
los elevados índices de comorbilidad psicológica con el uso de
sustancias. Sin embargo, la prevalencia varía considerablemente de unos
estudios a otros (del 25% al 61% en los trabajos que utilizan el juicio
clínico como criterio diagnóstico y del 56% al 100% en los que utilizan
instrumentos estructurados para la recogida de datos y/o criterios
diagnósticos DSM (De Jong et al, 1993). Este hecho puede deberse a que
el manual DSM, como herramienta diagnóstica, resulta reduccionista y no
enfatiza la distinción entre estado y rasgo, lo cual facilita el aumento
de falsos positivos en la evaluación clínica (Perry JC, Hoglend P,
Shear k et al, 1998). A estas dificultades en el diagnóstico, se añaden
las diferentes tipologías que muestran los pacientes en relación con el
tipo de droga consumida, la vía de administración utilizada, la pureza o
cantidad de las dosis consumidas, las situaciones sociofamiliares y
relacionales de cada paciente, y especialmente sus rasgos psicológicos
personales.
En los últimos años ha
aumentado considerablemente la preocupación por la detección y el
tratamiento de la patología psiquiátrica concomitante en pacientes con
trastorno por uso de sustancias, también denominada patología dual. Esto
puede ser debido a las consecuencias, que la convivencia de trastorno
psicológico y trastornos por consumo de sustancias, acarrean a las
personas que los padecen; estas consecuencias se caracterizan por una
mayor frecuencia de uso de los servicios de urgencias, un mayor número
de ingresos hospitalarios, de comorbilidad médica (especialmente mayor
riesgo de infecciones por VIH, VHC, VHB y tuberculosis), e ideación o
conducta suicida. Así estos pacientes suelen presentar mayor
marginalidad social e inestabilidad familiar, debido también a que
suelen poseer una conducta antisocial, en la que
en ocasiones, predominan los actos delictivos y violentos, así como
un menor cumplimiento de la medicación, con peor respuesta al
tratamiento y mayores dificultades de acceso a la red asistencial.
Algunos
autores han señalado que en los próximos años, los diagnósticos de
patología dual, consistentes en la comorbilidad de trastorno de la
personalidad y consumo de sustancias, se multiplicarán; y será necesario
asumir la integración de servicios de salud mental y consumo de
sustancias, en un mismo espacio multidisciplinar, donde se adopten
métodos que permitan reforzar los tratamientos adecuados tanto para los
trastornos mentales como para los relacionados con el consumo de drogas.
Desde la literatura científica se apunta también, a la importancia del
diagnóstico precoz, pues de él depende la posibilidad de conseguir
mejores resultados, así como la reducción de los gastos que se
requieren en los tratamientos adecuados para este tipo de pacientes
(Bricolo, F.; Gomma, M.; Bertani, M.E. et al, 2002).
Autores
como Bornovalova y Daughters (2007), ponen el acento en la elevada
prevalencia de personas que cumplen los criterios para el trastornos por
uso de sustancias, con el trastorno límite de la personalidad, el cual
se caracteriza por mantener relaciones interpersonales perturbadoras,
impulsividad exagerada, cambios de humor frecuentes e intensos y falta
de control de la ira; por otro lado, las personas que padecen el
trastorno límite de la personalidad, suelen tener un buen pronóstico si
se les realiza un diagnóstico precoz y no se relacionan con el uso de
sustancias (Millon, 1999). Estos autores señalan también que entre el 5%
y el 32% de los usuarios de drogas cumplen criterios para el
diagnóstico de trastorno límite de la personalidad y a la inversa,
personas que cumplen los criterios para el diagnóstico de trastorno
límite de la personalidad son usuarios de sustancias en un 57,4% de los
casos que se diagnostican. Los mismos autores, señalan también que los
pacientes que cumplen criterios para ser diagnosticados de trastorno
límite de la personalidad, se inician de forma más precoz en el consumo
de drogas,
debido, entre otras causas, al énfasis que, estos pacientes, muestran
por la búsqueda de estímulos novedosos y placenteros, así como una gran
impulsividad que suelen presentar, como rasgo, las personas que cumplen
con los criterios para el diagnóstico de este trastorno.
A
la complejidad del diagnóstico del trastorno límite de la personalidad,
se le une la dificultad de la intervención psicológica; algunos autores
como Linehan et al. (2002) y Pedro Pérez (2008) coinciden en advertir
la falta de evidencia de las intervenciones, ya sean psicoterapéuticas o
farmacológicas, que muestren eficacia. Sin embargo, es posible que el
principal abordaje deba hacerse sobre la casuística de los trastornos de
la personalidad, para evitar el abandono prematuro del tratamiento, el
consumo de otras sustancias diferentes a las consumidas o el uso abusivo
e inadecuado de fármacos (Martinez y Trujillo, 2003).
A
lo largo del presente trabajo se tratará de abordar las complicaciones
terapéuticas, que rodean a las personas que padecen trastorno límite de
la personalidad concomitante con el uso de drogas, prestando especial
atención a las que tengan que ver con su diagnostico y su tratamiento
psicológico.
OBJETIVO
Recopilar la
información necesaria, para tratar de realizar un correcto diagnóstico y
propuesta de tratamiento, para el trastorno límite de la personalidad y
tratar de dar respuesta a su comorbilidad con el consumo de sustancias
de abuso, mediante una revisión, de parte de la literatura científica
existente sobre este trastorno.
¿A QUÉ PUEDE RESPONDER EL CONSUMO?
Las personas con
trastorno límite de la personalidad, suelen decantarse específicamente,
por un consumo de drogas consideradas como depresivas del sistema
nervioso central, antes que por drogas activadoras, generalmente suelen
ser mayores consumidores de opiáceos y alcohol; Verheul (2001) asocia
esta vía en lo biológico, a un déficit en los sistemas serotoninérgicos,
usando de esta forma el consumo de drogas como ansiolítico, para
mitigar el permanente vacío existencial, reducir el estrés de los
acontecimientos vitales y los ataques de ira, que suelen ser recurrentes
en la vida de estos pacientes. Con esta explicación, se hace patente la
hipótesis del uso de sustancias como auto medicación; a esta podemos
añadir, como argumento, los episodios de autolesiones, especialmente de
cortes en la piel, que suelen procesarse estos pacientes durante sus
ataques de ira, cuyo objetivo principal es el de encontrar consuelo a su
malestar emocional, mediante la activación del sistema opioide
endógeno, el consumo de drogas, sería por lo tanto, un medio más
sofisticado de llegar al sistema opioide.
La hipótesis
inversa es defendida en el estudio de Hser (2003), donde se halló que el
inicio temprano en el consumo de sustancias, se asociaba con una mayor
probabilidad de presentar un trastorno de la personalidad en la
adolescencia. Es importante resaltar que en dicho estudio, el 78% de los
adolescentes con trastorno de la personalidad, informaron que sus
primeros síntomas de conducta ocurrieron antes del inicio en el consumo,
pero sin cumplir criterios de ningún trastorno de la personalidad en
ese momento.
A las causas ya comentadas, es necesario añadir, que las personas que
padecen este trastorno suelen ceder ante la presión grupal o de la
pareja, con tal de mantener sus relaciones sociales; bajo este prisma,
es fácil imaginarse que si el entorno social consume drogas, el paciente
con trastorno límite de la personalidad lo hará también.
Otra
de las características importantes para el inicio y el mantenimiento de
estos pacientes en el consumo de drogas, es la alta impulsividad, que
debido a los desequilibrios serotoninérgicos, padecen las personas con
trastorno límite de la personalidad. Por otro lado, muchas de estas
personas encuentran, en el consumo de sustancias, una forma de llenar el
vacío existencial que impera en sus vidas.
DIAGNÓSTICO
En
la investigación de la comorbilidad de las adicciones con los
trastornos de la personalidad, las dificultades metodológicas son
frecuentes. Para empezar, no existe una buena definición de los
criterios diagnósticos que caracterizan a cada trastorno, pudiendo
darse, a menudo, una falta de concordancia en el diagnóstico que puede
acarrear un solapamiento entre la dependencia y algunos trastornos de la
personalidad (Dulit, Fyer, Haas et al 1990).
En la línea
de las dificultades metodológicas para el diagnóstico de la patología
dual, Regier et al. publicó un trabajo, en 1998, en el que expuso las
importantes limitaciones, que existían entonces y perduran hasta la
actualidad, tanto en los criterios diagnósticos como en los instrumentos
de evaluación de los trastornos mentales. Es absolutamente necesario,
la creación de métodos estandarizados, que sean útiles a la hora de
reducir las aparentes discrepancias, en las tasas de prevalencia, de los
distintos trastornos mentales y para conocer las necesidades de
tratamiento de los mismos (Mateu G, Astals M, Torrens M, 2005).
Otro
de los problemas principales, que se encuentran a la hora de realizar
un diagnóstico de trastorno límite de la personalidad, en sujetos
consumidores de drogas, es la dificultad de identificar de forma fiable y
válida la presencia de este trastorno de forma concomitante. La
realización de este diagnóstico plantea dos problemas fundamentales. Por
un lado el hecho de que los efectos agudos y crónicos de las drogas
simulan muchos de los síntomas del trastorno límite de la personalidad,
como los ataques de ira, la impulsividad, la desrealización,
inestabilidad afectiva, etc. Por otro lado, en la actualidad los
diagnósticos psicológicos, están definidos más por un conjunto de
síntomas, que por unos marcadores biológicos directos y propios de cada
una de las distintas patologías psicológicas (Mateu G, Astals M, Torrens
M, 2005).
Por último, recordar, que la existencia de un trastorno límite de la personalidad,
también va a influir en el pronóstico, tanto por la diferente actitud
como por la posibilidad de aparición de complicaciones en el curso de
la toxicomanía.
El curso de este
trastorno suele ser favorable con el paso del tiempo, ya que se trata de
una patología de la maduración y sus síntomas mejoran con mayor
celeridad si el paciente recibe el tratamiento adecuado. Pero ocurre
todo lo contrario cuando existe comorbilidad con consumo de drogas.
TRATAMIENTO
Probablemente,
una de las mayores dificultades que encuentra la parcela del
tratamiento, en el trastorno de la personalidad, es el alto índice de
abandono prematuro del mismo, por parte de las personas que padecen el
trastorno. Y como bien apuntan Martinez y Trujillo (2003), sin paciente
no hay tratamiento. Así, los pacientes diagnosticados de trastorno
límite de la personalidad mantienen unas de las tasas más altas de
abandono prematuro del tratamiento, siendo estas del 66%, las cuales se
agravan si el paciente, además, es usuario de alguna droga (Bornovalova,
2007).
Entre los factores que podrían explicar y quizás
predecir, el abandono del tratamiento, en pacientes diagnosticados de
trastorno límite de la personalidad y trastorno pos abuso de sustancias,
se señalan la falta de motivación de estos pacientes para el
tratamiento, pues en muchos de estos casos no presentan conciencia de
enfermedad y cuando la presentan, suelen estar confundidos con la
sintomatología de otros trastornos, por ejemplo con el estado de humor
cambiante del trastorno bipolar. La alianza terapéutica y la baja
tolerancia al malestar, formarían parte también de los factores del
abandono de la terapia por parte de estos pacientes (Bornovalova, 2007).
Para algunos autores como Mateu G, Astals M, Torrens M
(2005), el primer paso en el tratamiento de un trastorno psiquiátrico
inducido por sustancias debe ser la estabilización del trastorno por uso
de sustancias.
Esta afirmación, que a priori puede parecernos obvia,
cobra especial relevancia, si la enmarcamos dentro del contexto
asistencial, en el que puede encontrarse hoy en día una persona con
patología dual; ya que al no contar con recursos que integren ambas
patologías, suficientes como para cubrir la demanda existente, se corre
el riesgo de encontrar pacientes con patología dual, desatendidos en los
recursos de salud mental, debido a su condición de consumidores de
drogas y desatendidos a su vez, en los recursos de conductas adictivas,
debido a su condición de trastorno mental.
CONCLUSIÓN
Dentro
de los trastornos de la personalidad, el trastorno límite mantiene uno
de los mayores índices de comorbilidad con uso de sustancias, si se le
compara con el resto de trastornos del eje II. El diagnóstico precoz
puede resultar fundamental, para abordar los síntomas del trastorno que
acercan al paciente al consumo de drogas, mejorando así el pronóstico y
la adherencia al tratamiento
La
identificación fiable y válida del trastorno psicológico, que aparece de
forma concomitante al trastorno por uso de sustancias, ha mejorado con
el desarrollo de herramientas adecuadas para tal efecto; sin embargo,
todavía queda mucho por hacer, si se tiene como objetivo reducir el
número de falsos positivos, teniendo en cuenta, lo perjudiciales que
resultan las “etiquetas” diagnosticas para los pacientes. No hay que
olvidar que en muchos casos, los efectos, agudos y crónicos de algunas
drogas, simulan algunos síntomas de los trastornos de la personalidad.
Desde
la literatura científica, se reconoce la necesidad de realizar
tratamiento adecuado de los trastornos comórbidos; no obstante, todavía
hay escasos estudios controlados, que aporten datos concluyentes sobre
las pautas terapéuticas más adecuadas.
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