La
falta de oportunidades para jugar ya sea de forma estructurada o de forma imaginativa puede impedir que los niños
crezcan felices e integrados. El juego libre resulta crucial para que una
persona llegue a ser socialmente competente, maneje el estrés y desarrolle
habilidades cognitivas, como por ejemplo, la capacidad para resolver problemas.
Las investigaciones sobre el comportamiento animal confirman los beneficios del
juego y señalan su importancia evolutiva. En definitiva, jugar podría
proporcionar a los animales las herramientas que les ayudan a sobrevivir y a
reproducirse (BurhardtG 2005).
Sin
embargo, hoy por hoy, el juego libre parece estar perdiendo peso como
ingrediente básico de la juventud. Según un artículo publicado en 2005 (BurhardtG
2005), el tiempo que los
niños dedican a entretenerse libremente disminuyó una cuarta parte entre 1981 y
1997. Al salir del colegio, ya desde preescolar, los jóvenes ocupan las horas
con lecciones de música, idioma extranjero o deporte, lo cual resta tiempo a
los correteos imaginativos y traviesos que fomentan la creatividad y la
cooperación.
Algunos
profesionales de la salud y la educación se muestran preocupados ante la
posibilidad de que la limitación del juego libre en el desarrollo de los críos
pueda derivar en una generación de adultos ansiosos, infelices e inadaptados
sociales. No obstante nunca es grave para empezar este tipo de práctica: jugar
también ayuda a mantener el bienestar mental y físico de los adultos (PellegriniA,DupuisDySmithP2007).
Pero si
los niños practican deporte, se entretienen con juegos de mesa o tocando un
instrumento, entonces ¿por qué a los expertos les preocupa que estos juegos y
otras actividades estructuradas se coman parte del juego libre? Desde luego,
los juegos con reglas, a demás de divertidos, son una fuente de experiencias y
aprendizaje. El juego libre, en cambio, no tiene reglas a priori, así que
permite reacciones más creativas. Dicho aspecto creativo resulta clave, ya que
favorece un estímulo mayor del desarrollo cerebral que si se siguen unas reglas
predeterminadas. En el juego libre, los niños utilizan la imaginación, prueban
nuevas actividades y roles (PellisSyPellisV 2007).
¿Cómo
benefician tales actividades sin sentido aparente a los niños? El juego parece
ayudar al desarrollo de fuertes habilidades sociales. Uno no se vuelve
socialmente competente porque los profesores le digan cómo debe comportarse.
Una persona aprende dichas actividades interactuando con sus semejantes,
aprendiendo lo que está aceptado y lo que no. Los niños aprenden a ser justos,
a esperar su turno; no siempre pueden pretender ser los reyes del lugar, o
rápidamente perderán sus compañeros de juego. Al divertirles a los niños la
actividad no se rinden tan fácilmente ante una contrariedad como por ejemplo
ocurriría en el caso de tener que resolver un problema de matemáticas; así
pues, desarrollan la capacidad para la constancia y la negociación (SingerD,MichnickRyHirsh-PasekK
2006). Las investigaciones
muestran que los niños usan un lenguaje más sofisticado cuando juegan con otros
críos de edades parecidas a las suyas que si lo hacen con adultos. Los adultos,
rellenan los huecos de información, lo que facilita las cosas a los niños (PellisSyPellisV2007).
Quizás
los padres deberían dejar a los niños ser niños. No solo porque la infancia
debe ser divertida, sino porque negarles la alegría sin restricciones que
supone la juventud impide que se desarrollen como criaturas inquisitivas y
creativas. Algunos psicólogos advierten que se debe reformular el concepto de
juego con el fin de no considerarlo como algo opuesto al trabajo, sino como un
complemento (SingerD,MichnickRyHirsh-PasekK2006). La curiosidad, la imaginación y la
creatividad son como los músculos: si no se usan, se pierden.
BIBLIOGRAFÍA
Burhardt G.
The génesis of animal play: Testing the limits. MIT press 2005.
Pellegrini
A, Dupuis D y Smith P. Play in evolution and developmen. Developmental Review
2007; 27:261-276.
Pellis S y
Pellis V. Rough-and-tumble play and the development of the social brain.
Current directions in Psychological Science 2007; 16:95-98.
Singer D,
Michnick R y Hirsh-Pasek K. Play = learning: How play motivates and enhances
children´s cognitive and social-emotional growth. Oxford University Press 2006.
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